Descubre el mundo un día la vez

7/8/20255 min read

La productividad constante nos absorbe, lo rápido que se mueve el mundo entre las ocupaciones y la cotidianidad nos desconecta del presente y nos lleva a asumir prácticas donde la velocidad y la eficiencia son lo primordial. Todo parece escaparse entre los dedos y el descanso que se convierte en algo de último plano que afecta nuestra forma de ver aquellos pequeños espacios de disfrute. Vivimos a un ritmo tan acelerado que muchas veces olvidamos lo esencial: sentir, observar, conectarnos.

Las vacaciones parecen algo medido, donde los viajes anhelados se convierten en listas interminables de lugares que "hay que visitar" y en un afán por conocer la mayor parte en el menor tiempo posible. Agotados de esto, la vida nos exige poner en práctica herramientas que nos permitan vivir y viajar de otra manera. Así nace el “Slow Travel”, que junto con el “Slow Living” nos abre la perspectiva a una nueva forma de ver la vida.

El avance y la modernidad tienen un costo

“Hay más en la vida que aumentar su velocidad" Mahatma Gandhi

Viajar despacio no es solo una tendencia; es una invitación a llevar un estilo de vida consciente que responde a una gran necesidad de reconexión:

  • Reconectarnos con nuestra propia esencia

  • Fortalecer los vínculos con quienes nos rodean

  • Renovar nuestra conexión con el planeta que habitamos

  • Habitar con plena conciencia el lugar donde estamos

El Slow Travel te invita a quedarte más tiempo en un lugar, sumergirte en su cultura, hablar con sus habitantes, entender sus tradiciones y procurar una visita sostenible. Conocer otros lugares no debería limitarse únicamente a tachar atracciones turísticas en tiempo récord, sino a experimentar y reconocer cada rincón con respeto.

El turismo masivo y las vacaciones rápidas representan muchas consecuencias negativas y costos muy altos para los destinos y el planeta. A continuación, revisaremos con mayor detalle los riesgos que representan estas prácticas.

¿Por qué es urgente viajar más despacio?

El proceso importa tanto como el destino

Uno de los impactos más preocupantes de la industria turística es su contribución al cambio climático. Cada vuelo, cada traslado rápido, cada crucero exprés deja una huella de carbono considerable. Se estima que el turismo es responsable de aproximadamente el 8% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Además de esto, el turismo masivo y acelerado tiende a incrementar la Gentrificación, es decir, zonas que eran tranquilas y locales se convierten en epicentros de turismo exprés, donde sobreabundan los alojamientos temporales, los cafés de moda y las tiendas de souvenirs.

Para los locales, conlleva grandes riesgos como el aumento de costos, que hacen que los residentes de toda la vida ya no puedan permitirse vivir allí. Las comunidades se transforman y muchas veces pierden su identidad cultural.

Riesgos del turismo masivo

La transformación comienza con acciones pequeñas pero significativas. Aquí algunas recomendaciones prácticas: ¿Cómo llegamos a esto?

  • Quédate más tiempo: Alójate en una ciudad o región durante varios días o semanas, descubre rincones más allá de las atracciones principales y crea una conexión real con el entorno.

  • Hospédate con responsabilidad, elige alojamientos familiares o ecológicos, evita grandes plataformas de alquiler que desplazan a residentes y considera opciones como intercambios de casas o posadas comunitarias.

  • Apoya la economía local: Compra en mercados de productores, come en restaurantes de barrio, elige artesanías hechas a mano en lugar de souvenirs genéricos.

  • Muévete de forma sostenible, prioriza el tren, la bicicleta o caminar y reduce el uso de vehículos contaminantes.

  • Desconéctate del celular, deja las redes sociales por unas horas, observa, escucha y siente.

  • Sé respetuoso con la cultura y el entorno, aprende sobre lo que es local. Infórmate sobre las costumbres y tradiciones y no olvides cuidar los espacios naturales y culturales que visitas.

Viaja de forma consciente: El trayecto también es parte del viaje, no solo el destino

La conexión profunda con el entorno, la naturaleza y otras culturas promueve la empatía, reduce el estrés, aumenta la felicidad y nos abre las puertas a experimentar el mundo de formas diferentes.


En este caso, no se trata de acumular sellos en el pasaporte, ni de contar la cantidad de ciudades visitadas en un año. Se trata de disfrutar un tiempo de calidad, sin terminar abrumados por no cumplir todas las expectativas.

Cuando viajamos en periodos cortos de tiempo, ¿realmente llegamos a conocer el territorio? Probablemente no. Cada vez que elegimos viajar de manera consciente, estamos haciendo una declaración: buscamos y necesitamos un turismo más humano, más respetuoso, más sostenible.

Al evitar el turismo de masas, protegernos de ecosistemas frágiles e interesarse genuinamente por la cultura local, es ayudar a preservar tradiciones que de algún modo podrían perderse. Adicional, cuando elegimos transportes menos contaminantes, contribuimos a frenar el avance del cambio climático.

De esta manera, cada pequeña acción cuenta. Viajar lento es cuidar el mundo que tanto amamos explorar.

Corremos de un lado a otro, saturados de estímulos, sin tiempo para observar, para sentir y para vivir de verdad.

La invitación de permanecer más tiempo en un solo lugar, busca integrarse de manera auténtica con la comunidad, logrando que el turista aprenda a valorar y conocer las tradiciones. El estilo de vida rápido no solo daña al medio ambiente; también nos desconecta de nosotros mismos.

Viajar despacio nos obliga y nos invita a estar presentes. Cuando elegimos movernos a otro ritmo, podemos darnos cuenta de los detalles, la simpleza y las pequeñas maravillas que en la cotidianidad pasan desapercibidos. A futuro, un viaje consciente tiene efectos positivos en nuestro bienestar mental y emocional, hasta el punto de convertirse incluso en momentos de transformación personal.

Beneficios de viajar despacio: El presente es el mejor lugar para estar

Menos es más: redefiniendo el éxito de un viaje

Un día a la vez

Viajar lento es viajar consciente.

Es vivir intensamente.

Es simplemente, vivir mejor.

Adoptar este estilo de vida no requiere grandes cambios inmediatos; lo primordial es intentar estar presentes, planificar menos es dejarnos sorprender y vivir más.

Recuerda que el verdadero viaje inicia dentro: saber honrar el entorno es un acto de amor hacia el planeta, hacia las culturas que visitamos y hacia nosotros mismos.

En un mundo que nos empuja a correr, elegir moverse a otro ritmo es un acto revolucionario. Date la oportunidad de conocer mejor los lugares y redescubrir tu propia capacidad de asombro.

No es llegar, es saber llegar y saber estar. Porque al final, no es el número de kilómetros recorridos lo que importa, sino la profundidad con la que los vivimos.